el jueves reunión de cuentos

"Érase una vez, en la ciudad de Bagdad, un criado que servía a un rico mercader. Un día, muy de mañana, el criado se dirigió al mercado para hacer la compra. Pero esa mañana no fue como todas las demás, porque esa mañana vio allí a la Muerte y porque la Muerte le hizo un gesto.
Aterrado, el criado volvió a la casa del mercader.
- Amo - le dijo-, déjame el caballo más veloz de la casa. Esta noche quiero estar muy lejos de Bagdad. Esta noche quiero estar en la remota ciudad de Ispahán.
- Pero ¿por qué quieres huir?
- Porque he visto a la Muerte en el mercado y me ha hecho un gesto de amenaza.
El mercader se compadeció de él y le dejó el caballo, y el criado partió con la esperanza de estar por la noche en Ispahán.
Por la tarde, el propio mercader fue al mercado, y, como le había sucedido antes al criado, también él vio a la Muerte.
- Muerte - le dijo acercándose a ella -,¿por qué le has hecho un gesto de amenaza a mi criado?
- ¿Un gesto de amenaza? - contestó la Muerte -. No, no ha sido un gesto de amenaza, sino de asombro. Me ha sorprendido verlo aquí, tan lejos de Ispahán, porque esta noche debo llevarme en Ispahán a tu criado..."

break the night with colour

A cada momento de la vida le acompaña una sintonía. Es esa música que suena en tu cabeza cada vez que recuerdas un viaje, un instante, un fragmento de tu historia.
En este último viaje, como no podía ser de otra manera, una canción aparecía cada vez que encendíamos la tele o entrábamos en un bar.
Sería bonito hacer un CD con la banda sonora de nuestras vidas...

oh sole mío...

Intentar resumir un viaje a Roma en unas pocas imágenes o palabras es una tarea bastante difícil pero allá voy.
Si duda un buen lugar donde perderte y dónde encontrar en cada esquina un lugar grandioso o simple, pero siempre bello.
En todo momento parece que no estás en otro país, la cercanía y la simpatía de la gente te hace todo más fácil, sólo te das cuenta de que estás en Roma cuando intentas cruzar una calle y te juegas la vida; nada más llegar vimos como 2 coches tenían un accidente.
El señor simpático del avión que nos contó lo que teníamos que ver nos dijo que allí nadie pagaba el autobús, y claro hasta que no lo ves no te lo crees, pero sí, nadie paga, solo los turistas. En el metro también nos colamos pero casi nos encontramos a la salida a los de seguridad pidiendo los billetes.
Con los pies destrozamos acabábamos todos los días, exprimiendo al máximo la ciudad.
Al final te queda la sensación de que te faltan un montón de cosas por ver y el deseo de volver muy pronto...

Coliseum

San Pietro

Capilla Sixtina

Pantheon

Foro Romano

Santa Maria in Trastevere

Y por último y no menos importante las tradiciones que nadie que vaya a Roma debe olvidar: el capuccino, los helados y el tiramisú (siempre distinto en cada sitio)